12 mayo 2009

Adiós, chico triste y solitario









Cuatro amigos

Mi lista de desastres era larga:
vivir en casa de mis padres
odiar el trabajo en el periódico
considerar a mis amigos unos cretinos
¿si son tan cretidos por qué los necesito a todas horas?
la nostalgia de Bárbara
no escribir lo que quiero escribir
follar en cantidades ridículas
no haber asesinado, aún, a mi padre
incapacidad absoluta para cambiar todo esto.


Mis veintisiete años nada eufóricos, la vista cansada (quizá necesite gafas). Sin estudios superiores. Cuatro caries. Un abuelo prevegetal al que veo tres veces al año. Mi nariz torcida, los ojos hundidos, la barbilla terca, la incipiente barriga, los malos pensamientos, los complejos, los miedos, los ratos aburridos, las oportunidades perdidas, son mi modesta contribución a la fealdad del mundo.

(De Escrito en servilletas)


05 mayo 2009

Sargadelos

Entre noticias de empleo, conflictos laborales, reuniones sectoriales y accidentes en el puestro de trabajo, edito una noticia sobre el ERE de Sargadelos y mis ojos no consiguen apartarse de esa piscina de las instalaciones de Cervo. Y vuelvo a una tarde lejana de verano en la que acumulaba más de 48 horas sin dormir y mi cuerpo pedía a gritos una buena ducha. La empresa anuncia paros durante los próximos seis meses y los trabajadores confían en salir de la crisis pero mi mente sólo piensa en las horas que estuve al pie de esa piscina, pidiendo que el tiempo pasase lentamente y que la noche no llegase nunca. Creo que pasaron unos cinco años desde aquella tarde de sábado y nada en este tiempo me había hecho recordarla. Volvió a mi mente la semana pasada. Supongo que pasar una noche entera hablando con Paula después de tanto tiempo sin hacerlo tendrá algo (mucho) que ver. Una semana después (cinco años después) he vuelto a allí, a la piscina, tras otra noche sin dormir y pidiendo otra buena ducha.
Casualidades de la vida.