21 abril 2009

El valle de las voces

Gruñendo mientras avanzaba a trompicones, Andrés llegó a lo alto de la montaña y comenzó a descender por el valle de las voces. Era aquél un lugar angosto y poblado de pinos que conocía bien, pues lo visitaba con frecuencia. Desde allí, en lo más hondo de la vaguada, se oían con toda nitidez, como si una voz de ultratumba se las fuera soplando al lado mismo de los tímpanos, las conversaciones que se mantenían muy lejos, en la plaza del pueblo o en el campamento militar. Tiempo atrás Andrés se asustaba al oírlas y huía creyendo que eran fantasmas, hasta que un día reconoció el inconfundible tono airado de su madre, que reprochaba a su marido lo poco que la ayudaba y le amenazaba con irse a vivir a Mallorca con su hermana. Fue un hallazgo sensacional. Aquel día creyó Andrés haber encontrado el lugar adonde iban a parar las palabras cuando se las llevaba el viento, y comenzó a pasar allí largas horas esperando aquellas mariposas invisibles que, de tan mortecinas, parecían nacer en el interior de su propia cabeza.
Un encargo díficil

01 abril 2009

Todo eso que tanto nos gusta



Volverás a reírte de veras
cuando creas que estaba perdido...