16 octubre 2006

Aterrizando

Empiezo a aterrizar. Con media quincena de octubre fuera, mi organismo vuelve a situarse en esta silla giratoria delante de esta pantalla que sigue llena de polvo sin la amenaza de que salga un sarpullido. La lluvia vuelve también. Con una intensidad que me devuelve a otro años, a otras épocas. A ese primer año de facultad en el que día sí y día también mi madre me obligaba a descalzarme en la puerta de lo empapada que llegaba. A ese año en que el viento me obligó a prescindir de los paraguas. A ese año de risas y saltos en los charcos de vuelta a casa y carreras y mañanas empapadas en la última fila de aquel aula tan impersonal. Y vuelven de nuevo las mismas dudas, las mismas preguntas, los mismos problemas, las mismas soluciones. Y una conversación inesperada, con alguien al que nunca verías capaz de soltar esas palabras, en un estado poco propicio para los temas serios, me hace verme de otra manera, sentir de otra manera, pensar de otra manera... y entonces, aterrizo.

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