31 agosto 2007
10 agosto 2007
San Caetano (II)
"El trabajo, los incendios, la carretera, el cansancio, la ausencia de compañía...". Siguiendo la propuesta de nuestra querida Baubita, desaparecida en unas merecidas vacaciones, he decidido releer y republicar post antiguos, olvidados o que vuelven a estar de moda. Hace ahora un año, la que esto escribe se perdía, por primera vez en una vida dedicada a la fiesta y la verbena, la mejor del año (quen non lija en san caetano, non lija en todo o ano). La ola de incendios, el escaso personal o el cansancio acumulado eran algunos de los motivos esgrimidos para perderme la verbena por excelencia. Este año, sin incendios que nos quemen (que dure, que dure), ni carreteras cortadas que nos impidan el paso, vuelvo a faltar a mi cita con el calimocho. Esto sigue sin personal y el cansancio se sigue acumulando, pero las motivaciones para no subir la cuesta de A Silva son ajenas a todo esto. Simplemente, ya no me apetece. PEREZA. Creo que esa es la palabra que mejor define la falta de ganas de acudir a este jolgorrio. Atrás quedan los días en que como una loca me enfundaba en la parte de atrás de mi querido 405 los pantalones vaqueros rachados (los de San Caetano) tras acudir puntual e impoluta a mi cita en el Náutico de Portosín para cubrir una "divertida velada" de la jesé pija repija. En fin, que ya no voy. Ni aún poniendo un día más de lo normal para que coincida en viernes y podamos ir todos a tajarnos sin ataduras laborales que nos lo impidan.
02 agosto 2007
Suá, suá, suá
Simpáticos y guapetones, los fanes más fanes de la París de Noia salimos el martes por la noche para disfrutar de la noche compostelana. Ataviados con un 'look' casual, que diría nuestra querida A.I., allá que nos fuimos a dar buena cuenta de una cena tipo-enjebre en la que contamos con una camarera de lujo. Y es que quien no hubiese deseado ser atendido por una señora que, en plena tercera edad, prefiere servirte una tabla de embutidos en un papel de plástico a estar disfrutando de María Jesús y su acordeón en primera línea de playa de Benidorm. Así que nada, allí estuvimos los seis comensales hincándole el diente a unos buenos chicharrones, una supuesta tabla de quesos, otra de embutidos y una empanada de atún que se convirtió en bacalao y finalmente, y tras muchas vueltas de nuestra querida camarera, en bonito. Todo aderezado con unas cervezas que casi no llegan y una adaptación veraniega de La isla del Tesoro, en la que se ensalza el valor de la pieza del baño más olvidada por excelencia: el bidé. Y tras una cena inolvidable (o lo que es lo mismo, para intentar olvidar), como buenos compostelanos (y mejores fanes) fuimos a despedir las Fiestas del Apóstol disfrutando de una buena verbena a cargo de la mejor orquesta del mundo que, por cierto, celebra este año sus bodas de oro. ¡Un despiporre! Tras el solo de violín con Memorias de una Geisha que nos lo perdimos por estar disfrutando del regetón del Pupo (Pipo para N.), los seis intrépidos nos dispusimos a quemar suela bailoteando toda la noche, en compañía del okupa y su pareja de verbena, el señor del peluquín y la pareja salida de Fiebre del sábado noche, además de la actuación estelar del mano a mano de nuestro Michael Jackson particular con un Leroy entrenado por el profesor de aerobic camuflado de abuelete. Ni la lluvia quiso faltar a esta cita que alcanzó su climax cuando la sintonía del Equipo A entró en escena. La retirada fue a tiempo y, a pesar de acabar como pitos y quedarnos sin suá-suá, nos libramos de unos espectaculares chuzos de punta refugiándonos en la celebración de un cumpleaños en la que nos lo pasamos de lo lindo.
El colofón final: un simpa que ni pa que.
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